sábado, 29 de mayo de 2010

Recolecion

     Era, como siempre es, una mañana de primavera tardía,
el café negro como los negros que venden collares
de noche por los bares.
Un primer cigarro
para abrir,a sierra desdentada,
el pecho enamorado.


     En la calle cientos de pequeños pájaros
llenaban el aire de gorjeos y transportaban
parásitos de rama en rama
en su incesante ejercicio de organismo involuntario.

     Salio como siempre hacia
sin rumbo ni tarea, igual que esos sacos
de pulgas con alas
tan molestos
y tan bonitos.

     En la mano izquierda
su cesta de mimbre,
forrado el interior
de cuadros rojos.
Vacía.

     El dolor era leve aun;
la temporada de versos
apenas estaba comenzando.

jueves, 6 de mayo de 2010

Si no tenéis avestruces
dadme gallinas.
Pero  no piséis nunca
mi ajado corazón
de zombi enamorado
que al negro ciprés
del cementerio os requiere,
mis veleros del alma...
mis veleros.