lunes, 24 de marzo de 2014

Poética


Siempre he tratado
de escribir versos
como órganos,
como manos muchas veces,
manos acariciadoras
y manos asesinas,
manos prolongadas en fríos cuchillos sedientos,
en plumas suaves acariciadoras de tersas y sabias tetas,
dedos
que recogen lágrimas
o se clavan
en los ojos de la vergüenza,

he querido escribir versos
que fuesen penes serenos
de agricultor de secano,

labios dispuestos al beso en la frente
al beso en tus labios,
labios azules por la muerte junto a cualquier cuneta,
bocas que fuesen legión
gritando hasta causar la muerte de aquellos que no quieren escuchar,
o buscando
un trozo de pan entre las basuras.

He querido escribir pies
para poder tener una patria,
para huir,
para llegar.
Narices para no olvidar nunca tu aroma,
para recordar siempre a mi madre y a mi perro.

He tratado de escribir oídos
para saber
y para regalar,
y corazones para quienes lo perdieron alguna vez,
para que latan juntos en las calles,
en las camas,
en las diásporas.

He tratado de escribir órganos de tinta
con los que crear
la mas terrible
de las armas.

500 GRAMOS DE METRALLA (V)


Obligados
a la victoria diaria,
obligados
a nacer
y a morir
a cada instante
frente a las armaduras
                   de los perros
                              de turno,
frente a las corbatas
                   de los perros
                              de turno,
frente a la indiferencia
                   de los perros
                              de turno.



Perdedores hasta el punto
           de no tener
                      una revolución
                                  para perder.



Victoriosos
porque en nuestro corazón
                                  llevamos
                                            un mundo nuevo.